Si se lee el KALPA como un reloj, al principio del ciclo

del ciclo hay un potencial aparentemente ilimitado en el espacio libre con muy poca manifestación, que se hace visible a través de la materia. En una rotación cíclica completa, el espacio libre/potencialidad se desarrolla de 100 a 0%, la manifestación en el mismo tiempo de 0 a 100%; hacia el final del ciclo, la relación ha cambiado completamente a favor de lo material: el espacio de juego espiritual se ha vuelto tan pequeño que la manifestación parece enorme, incontrolable y causal.

Lo que al principio del tiempo era un juego alegre, ligero y aparentemente atemporal, hacia el final aparece como un enredo aparentemente dramático de consecuencias incontrolables.

La inmensa aceleración del tiempo experimentada colectivamente («¡No tengo tiempo!») de nuestros días se manifiesta en la espiral cada vez más pronunciada hacia el centro KALPA. En el clímax del enredo material (el ser se confunde con su producto y se ve cada vez más atado/sometido al tiempo y al espacio) y de la decadencia creciente de la forma y los valores, los presagios y mensajeros del nuevo amanecer se hacen visibles para anunciar el nuevo ciclo. ...

«Cuando veas el nuevo amanecer, no olvides que el tiempo es una ilusión y, por tanto, tu proyección, ¡quizá también una gran visión!».

En este sentido, entiendo el KALPA como un mensaje para no identificarse excesivamente con las manifestaciones propias y colectivas, sino para entenderse como un ser espiritual potencialmente libre y mejorar la autodeterminación.

El KALPA es un símbolo intemporal del cambio eterno.

Reinhart Mundt

(El KALPA es un símbolo desarrollado y protegido por mí).